A través de la historia los cristianos han debatido sobre la relación entre fe y conducta como elementos esenciales que puedan determinar la salvación.
Algunos han enfatizado la santidad de la
vida como un factor determinante; otros creían que solo la fe intelectual seria
suficiente para garantizar la salvación, mientras que otros enseñaron que no solo
la fe y la buena conducta eran necesarias para salvarse, sino también el
cumplimiento de ciertos rituales básicos, como el Bautismo y la Confirmación.
Pero independientemente de estas opiniones,
todos los cristianos siempre han acordado que la fe es el elemento esencial
requerido para alcanzar la salvación, y que sin fe, la buena conducta y los
sacramentos son inútiles, incapaces de salvar por sí mismos.
La Biblia enseña que "sin fe es imposible agradar a Dios, porque quien se acerque a
Dios debe creer que existe y que recompensa a quienes lo buscan" (Heb.
11: 6).
Dado que el Cristianismo tiene como pilar
de fe la creencia de que todos los seres humanos nacen destituidos de la salvación
debido al Pecado Original, se entiende que toda buena conducta por sí sola no
puede alcanzar esta salvación, y mucho mas aun por el hecho de que ningún
humano está totalmente libre de pecado personal durante toda la vida; por lo
tanto, todo hombre y mujer es siempre
culpable de algo que provoque su condenación eterna. Para tener acceso a
la gracia de Dios y a los beneficios de la expiación proporcionada en
Jesucristo, es lógico pensar que solo aquellos que creen en Dios, en Jesucristo
y en su obra, tienen acceso a ella, mientras que aquellos que no creen, no.
Mas aun, incluso en el caso de que los
Sacramentos fueran absolutamente necesarios para la salvación y que nuestra
conducta personal fuera tomada en cuenta en el Juicio Final; sin fe, ni los sacramentos
ni la buena conducta salvarian a nadie. Las ordenanzas pueden llevarse a cabo bajo
fe personal o bajo la fe de la comunidad, como en el caso del bautismo
infantil; y se puede hacer todo lo posible para mantener una buena conducta, practicar
caridad y otras acciones meritorias, pero sin la creencia de que Dios existe,
estos rituales y acciones no podrían
considerarse como realizados en obediencia a Dios, y como consecuencia, perderian todo tipo de valor trascendental.
Por esta razón Jesús dijo a sus discípulos
en la Gran Comisión:
“Id por todo el mundo y proclamad el evangelio a toda la creación. Quien
crea y se bautizare, será salvo, pero quien no crea será condenado ”(Mr. 16: 15-16).
En este verso, incluso cuando se sugiere
que el bautismo en agua es necesario para la salvación, la falta de fe se
cuenta como suficiente requisito para condenar a la persona. En este pasaje, el bautismo es un segundo
requisito como adición a una fe existente, pero sin esa fe, el bautismo se
vuelve irrelevante.
Otro elemento donde la fe juega un papel
crucial es en el perdón de los pecados.
Incluso en el caso de que toda nuestra
conducta personal, buena y mala, se evaluaran en el Juicio Final, todos los humanos,
incluso los mejores de nosotros, en algún momento de la vida caen en pecado, lo
cual termina manchando el registro limpio que habíamos deseado presentar
delante de Dios en el último día. En
este estado, solo a través de la fe podemos arrepentirnos y pedir a Dios perdón
por nuestros pecados y asi poder alcanzar la vida eterna en Gloria. Sin esta pre-existente
fe en Jesús y su poder de perdonar, esto sería imposible.
La fe es la raíz de toda justificación y
salvación. La fe vivifica los sacramentos y abre el camino al perdón. La fe es
el elemento inicial que lleva a un ser humano a una relación con Dios; sin fe,
toda actividad religiosa pierde su propósito y el perdón se vuelve imposible de
alcanzar.
Ciertamente, algunos sacramentos son
necesarios para la salvación (Jn. 3: 5), y también es cierto que nuestra
conducta personal será examinada y tenida en cuenta durante nuestro juicio (Mt.
7:21), pero habrá ocasiones en que la ejecución de los sacramentos no será
posible, y habra momentos en que nuestra conducta personal se manchará con
variedad de pecados. Es solo a través de la fe, que la justificación será posible sin los
Sacramentos, y solo a través de la fe, seremos absueltos de nuestros pecados
ante Dios.
La fe en Dios, en Jesucristo, en el
Espíritu Santo y en el Evangelio, es lo que vivifica todo lo demás en el Cristianismo,
pero sin esa fe, todo lo demás pierde propósito. La fe es la única llave que
finalmente abre la puerta al cielo. Sin esa llave, la puerta no puede ser
abierta.
“Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con
Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido
entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en
la esperanza de la gloria de Dios”
(Ro. 5: 1-2)
Omar
Flores.
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