En
diferentes oportunidades es posible que hayamos escuchado esta pregunta
formulada por diferentes grupos cristianos. Algunos argumentan tan fuertemente
a favor de una autoevidencia escritural que daría la impresión de que toda la
Biblia cayó del Cielo, mientras que otros respaldan el papel de la Iglesia en
la definición del Canon que daría la impresión de que la Iglesia escribió toda
la Escritura. Esto ocurre porque ambos grupos tienen una agenda pre-existente
que proteger y reivindicar; pero la verdad es que la confeccion de la Biblia contiene
parte de ambas versiones y otras cosas más totalmente diferentes.
La
Biblia, tal como la conocemos hoy, está compuesta de dos secciones, las
Escrituras judías, que llamamos "Antiguo Testamento", y las
Escrituras Cristianas, que llamamos "Nuevo Testamento".
El cuerpo
principal de las Escrituras judías y la parte más importante de su canon, es el
Torá, que está compuesto por los primeros cinco libros que el profeta Moisés
escribió bajo revelación directa de Dios, que hoy en día son Génesis, Éxodo,
Levítico, Números y Deuteronomio. Más adelante se agregaron los escritos de
diferentes profetas, y entre ellos, la sección llamada Ketuvin, con libros como
Esther o Ruth, que parecen más novelas que revelaciones, pero que son un legado
testimonial del poder activo de Dios en las vidas de aquellas personas que
confian en El y sobre la nación de Israel. Todos ellos forman el Tanakh, o
Biblia judía.
Esta es
una descripción rapida, pero el punto es que cuando nuestro Señor Jesucristo
llegó a la historia, esta colección de libros fue tomada como Escritura
inspirada por la mayoría de los judíos, al menos entre el Judaismo del Templo,
donde nuestro Señor ejerció su ministerio terrenal. (Jn 4:22). Estas Escrituras
judías, fueron recibidas en parte por revelación, visiones, profecías y portentos
como en el caso de Moisés, Isaías, Daniel o Elías, siendo evidentes desde el principio,
y reconocidas como tal por el Sacerdocio así como por el pueblo judio. Sin
embargo, los profetas menores, al igual que algunos de los escritos menores,
fueron aceptados mucho más tarde, ya que la gente llegó lentamente a
reconocerlos como piadosos, e incluso algunos eruditos de hoy dicen que el
canon judío tal como lo conocemos hoy, se fijo sino hasta mucho más tarde que
el canon cristiano
Como haya
sido, en la definición del Canon judío, la aprobación y la aceptación de sus libros
sagrados se definio tomando en cuenta la convicción de la gente de que estos
libros contenian revelacion divina
En el
establecimiento del Canon cristiano, estos dos elementos también jugaron un
papel crucial en su confección; la inspiración objetiva de los escritos y la convicción
de la gente de que asi era. Si el pueblo creyente no estaba convencido de la
inspiracion de algun escrito, este no pasaba a ser incluido en el Canon y, a
veces, como en el caso de los escritos judíos, esta convicción llegaba mucho
más tarde, como en el caso del libro de Apocalipsis o la carta a los Hebreos. .
INSPIRACIÓN Y ACEPTACIÓN
Estos dos
elementos son cruciales para la composicion de la Biblia, han estado presentes
desde principios del Antiguo Testamento y ningún canon puede ser producido sin
ellos.
La inspiración divina que constituye a un
libro en recipiente de la Palabra de Dios, viene directamente del Espíritu
Santo, el autor de la Escritura. Incluso en el caso de que el documento pueda
ser dictado; el mensaje vendría directamente de la persona que está dictando y recibiendo
la inspiración. Esta inspiración no es traída por la voluntad humana y no
depende de la aprobación humana para ser sagrada. (2Sam 23: 2; Eze 1: 3; Lc
1:70; Hechos 1:16; 3:18; 2Tim 3:16; 1Pe 1:11; 2Pe 1:21).
Pero la
inspiración sola no incluye automáticamente a un libro en el canon. Necesita
ser reconocido como tal para ser aceptado.
La aceptación de la iglesia toma aquí un papel crucial en la fabricación del Canon. Cuando la
asamblea de creyentes, tanto el creyente comun como las autoridades, se
convencen de que un escrito está inspirado por Dios, entonces reconocen esa
inspiración y aceptan ese libro en el canon. Hasta que el Espíritu Santo no dé
esa convicción a la Iglesia activa en su conjunto, los libros dudosos no se
pueden agregar al Canon, ya sea que estén verdaderamente inspirados o no. Tal
es el caso del Primer Libro de Enoc (Judas 1: 14-15; 1Enoch 1: 9), la Primera
Carta a los Corintios (se afirma que debe haber tres, no dos; 1Cor 5: 9); o la
Carta a Laodicea (Col 4:16).
En
conclusión, la Biblia debe su existencia por completo al Espíritu Santo,
inspirador y revelador de toda la obra, y quien la dio a la Iglesia y, a través
de la Iglesia, al mundo entero.
Es el
Espíritu Santo quien inspiró a los autores, luego fue el Espíritu Santo quien
movió y guió a la Iglesia viviente a reconocer esos libros como inspirados y
crear un Canon.
Podemos
decir, en cierto modo, que la Iglesia nos dio las Escrituras, porque esas
personas santas que escribieron los libros inspirados estaban relacionados con
la Iglesia de una manera u otra; y porque Dios dirigió a la Iglesia en su conjunto
a reconocer esos manuscritos sueltos y juntarlos en un libro que llamamos
Biblia; y que es la Iglesia viva como institución la que está llamada a ser guardiana
de esta Biblia y enseñarla al mundo.
Pero no
podemos decir que la Iglesia nos dio las Escrituras en el sentido de que la
institución terrenal las "creó" y les dio autoridad. Quien hizo los
libros fue el Espíritu Santo, a través de ciertos individuos escogidos; y fue
el Espíritu Santo quien le dio autoridad a estos escritos porque contienen
revelación divina. La Iglesia solo reconoció la inspiración y la autoridad ya
existentes en esos libros, y esa es la razón por la cual las enseñanzas
contenidas en la Biblia son obligatorias incluso para los miembros de la
Iglesia viva que la canonizo, o en otras palabras, la Asamblea de Creyentes.
La
Inspiración y el Reconocimiento son los dos pilares sobre los que descansa la
Biblia, y no pueden existir uno sin el otro.
Omar
Flores.
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