Una de las cualidades del Cristianismo es la seguridad de
perdón y salvación que contiene, en comparación con la inseguridad que
experimentan los miembros de otras religiones. (Jn 3:16; 5:24; Ro 8: 1; 10: 9,
13). Sin embargo, esto se ha malinterpretado y distorsionado, deviniendo en dos
puntos de vista extremos, igualmente erróneos y distantes de la verdadera
enseñanza bíblica.
UNA
VEZ SALVO, SIEMPRE SALVO
Doctrina nacida en la Edad Media, que enseña que una mera
creencia intelectual en Cristo garantiza la salvación del creyente,
independientemente de sus acciones. Esta teoría contradice abiertamente las
palabras de Jesucristo que nos advirtió que "No
todos los que me dicen: 'Señor, Señor' entrarán en el reino de los cielos, sino
solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. ”(Mt
7:21); y "el que permanece firme
hasta el fin será salvo" (Mt 24:13)
Nada en las Escrituras garantiza la idea de que un cristiano
profesante necesariamente se salva si no vive una vida de justicia según los
mandamientos de Cristo y permanece fiel a Él hasta el final de su vida.
SALVACIÓN
GANADA POR MÉRITOS
Este tipo de distorsión parece haber nacido antes de la
Edad Media y la razón por la cual se produjo la herejía de “Una vez Salvo,
siempre Salvo”, como reacción contra este enfoque. Esta forma de Cristianismo,
profesa que el sacrificio de Cristo solo cubre el Pecado Original y los pecados
personales, pero no las consecuencias de estos, ni la responsabilidad del
pecador.
Quienes profesan este sistema de creencias, practican ascetismo y mortificación,
no como disciplina personal sino para expiar sus pecados con sus propios
sufrimientos, y también tienen la creencia de que si este sacrificio no ha sido
suficiente y equivalente a la expiación que todabia “deben” a Dios, terminarán
de expiarlos despues de muertos y antes de la Resurrección.
Esta teoría también es herética, ya que roba a la expiación
de Cristo de su plenitud y de toda su suficiencia. Las Escrituras enseñan que
cuando el Señor Jesús pagó por nuestros pecados en la Cruz, pagó por todos los
pecados cometidos por todos los humanos, pasados, presentes y futuros,
incluyendo el pecado original, los pecados personales y sus consecuencias. (Ef
1: 7; 1Pe 2:24; Tit 2:14)
NUESTRA
GARANTÍA DE SALVACIÓN
Nuestra seguridad de salvación no se basa ni en nuestros
propios méritos, ni en una creencia antinómica, donde se abusa de la gracia de
Dios.
La verdadera seguridad de salvación, se basa en la
convicción del valor total de la expiación de nuestro Señor Jesucristo, y en
una confianza total en su misericordia.
Cuando el profeta Isaías dijo: "Sobre él estaba el castigo que nos trajo la paz" (Is 53:
5), y el apóstol Pablo: "Quién se
entregó por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y para purificar para sí
mismo a un pueblo por su propia posesión" (Tit 2:14); significa que
Jesús sufrió la plenitud de todos nuestros castigos, incluyendo aquellos que
nos mereciamos por las negativas consecuencias de nuestras malas acciones.
Jesus no nos "expio a medias", por lo que San Pablo declara que este
sacrificio nos "purificó" de toda mancha.
Teniendo esto en cuenta, que la obra de Jesucristo
realmente nos otorgó el perdón completo de nuestros pecados, lo cual incluye
nuestras acciones pecaminosas y sus consecuencias (Col 2:14; Ef 2:15), tenemos
la seguridad de que a través de la fe y el arrepentimiento, el perdón de Dios
está asegurado para nosotros, porque no esta basado en nuestro propio valor o
piedad, sino en los méritos de Cristo.
En verdad, rectitud de vida y fidelidad hasta el fin, seran
exigidas de nosotros y tomadas en cuenta en nuestro juicio; y si esto fuera todo lo que
tendriamos a nuestro favor, ciertamente tendríamos motivos para preocuparnos y
estar inseguros; pero felizmente también tenemos la misericordia de Cristo, lo
cual nos garantiza el perdón de Dios (Lc 17: 4; 1Jn 1: 9; Heb 4:16).
Nuestra garantía de salvación se basa en la expiación y la
misericordia de Jesús, que garantiza a todos aquellos que verdaderamente creen
y se arrepienten, perdon de pecados y entrada en la presencia de Dios.
Omar Flores
Comments
Post a Comment