Las palabras
propiciación y expiación se usan indistintamente entre los cristianos cuando se
refieren al sacrificio de Jesús en la cruz como si fueran sinónimos, pero como términos
teológicos, son dos aspectos diferentes del sacrificio redentor de Cristo.
PROPITIACIÓN
es el acto de enmienda realizado por el Señor Jesús para apaciguar la santa ira
de Dios hacia la humanidad por su pecaminosidad.
La EXPIACIÓN,
por otro lado, trata de la purificacion de pecados que el Señor Jesús ganó para
nosotros en la Cruz.
Viendolos por
separado, la Propiciación se enfoca en la reacción de Dios hacia el pecado y en
las acciones de Jesús para detener la santa ira de Dios; mientras que la
Expiación presta atención exclusivamente al pagó que el Señor Jesus hizo por
nuestros pecados para borrar nuestra culpa y liberarnos del justo castigo de
Dios. El problema comienza cuando algunos prefieren un aspecto de la redención
de Cristo a favor de otro. Entre los cristianos orientales, el concepto de
propiciación ha sido mal entendido como la ira de Dios causada por un
resentimiento a la ofensa de la rebelión humana, la cual aplacó en la persona
de su propio Hijo en lugar de nosotros. Esto ha provocado un rechazo total del
concepto en Oriente como una distorsión de la teología occidental.
Sin embargo,
ambos conceptos están unidos entre sí dentro de la obra redentora de Cristo.
Cuando la
humanidad cayó en pecado, nos hicimos dignos de la Justicia punitiva de Dios y
la condenación eterna. (Mt 10:28; 25:46; 2Th 1: 9; Ap 21: 8). Esta justicia punitiva
divina no se genera en la ira, ya que Dios no está sujeto a pasiones
incontrolables como lo son los humanos (Nm 23:19; 1Sam 15:29; Sal 89:34; Is 40:
8; Hos 11: 9; Mal 3: 6; Jm 1:17). El castigo por el pecado, es dispensado por
la Justicia Perfecta de Dios, que no puede por naturaleza, dejar el mal sin
correccion, ni la culpa sin retribución. Esta justicia divina perfecta es la
que mantiene el equilibrio en el universo y toda la creación como un lugar
habitable para los seres creados, tanto en la existencia temporal como en la
eterna. Esta justicia perfecta es la que compensa a las víctimas de abuso,
asesinato y corrupción; y esta misma Justicia es la que recompensa al mártir,
al santo y al justo. (Dt 10:18; 32: 4; Sal 9: 7-8; 140: 12; Col 3:25).
Cuando el
Señor Jesús sufrió y murió en la Cruz, sufrió el castigo debido a la humanidad
por todos sus pecados en general, no solo por el pecado de Adán, para que no nos
quedara ninguna deuda que pagar ante la Justicia de Dios (1Pe 3:18; Col. 1:22;
2:14; Heb 9:14).
El Señor Jesús
sufrió y murió no para aplacar una ira divina egoísta, sino para salvarnos de
la Justicia Punitiva y Perfecta de Dios, borrando nuestras culpas con su propia
vida. De esa manera, el amor de Dios, que es el autor de este Plan de
Salvación, proveyo el camino para rescatarnos de la condenación eterna y al
mismo tiempo cumplir con los principios eternos de su naturaleza divina.
El sacrificio
de Jesús en la Cruz fue expiatorio, ya
que sufrió en nuestro nombre el castigo de nuestros pecados para que no nos
quedaran cargos de culpabilidad ante el Tribunal de Dios; y también fue propiciatorio, anulando la justicia
punitiva de Dios hacia nosotros, los pecadores, quitando la razón del castigo,
a través de su propio sufrimiento y muerte en la Cruz.
Omar Flores
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