Santa María era una mujer humilde, que se entregó
totalmente a Dios sin reservas, y permaneció fiel a su llamado durante toda su
vida hasta su muerte.
Podía haber rechazado su misión, pero sin entenderla
completamente, la aceptó y confió en Dios.
Con la mayor responsabilidad se preocupó por Jesús
durante su infancia y niñez. Ella lo bañó, lo alimentó, lo vistio, y lo amó, al
Dios del Universo mismo en su forma humana.
Posiblemente ella le enseño a leer y escribir, le
enseño a que se vistiera y se bañara a sí mismo, y a para prevenir el peligro y
cuidarse de todo mal. Jugo con Él y fue todo lo que una madre es para un hijo
que ama.
Ella sentío más que nadie en la tierra su dolor,
durante su vida, durante su Pasión y especialmente durante su crucifixión,
porque estaba conectada a Él físicamente, genéticamente. La angustia que sintió
fue la que Simeón le profetizó 33 años antes en el Templo (Lucas 2:35). Nadie
jamas habia sentido nunca tan cerca del dolor de Jesús que María, y nunca habra
nadie más.
La Sierva Humilde, que por la naturaleza de su Misión,
se convirtió en la criatura más exaltada en la Eternidad, fue una vez una niña
de 14 años que no tenía ni idea de qué sería de ella, ese día que le dijo al
Ángel Gabriel:
"Hágase en mí según
tu palabra".
(Lucas 1:38)
Omar Flores 2016
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