ΜΆΡΤΥΡΕΣ


El martirio es el mayor acto de adoración que un creyente puede ofrecer a Dios, aparte de la celebración de la Eucaristía, y el mayor regalo que un creyente puede ofrecer de sí mismo. Pero ser un mártir para Dios, no solo significa sufrir una muerte violenta a manos de los incrédulos o el realizar un trabajo misionero peligroso en alguna jungla o desierto. Un creyente promedio puede ofrecer martirio todos los días desde su posición actual en la vida.

La palabra mártir, proviene de la palabra griega Μάρτυς / Μάρτυρ, que a su vez significa ser "Testigo".

En general, cada vez que damos testimonio de nuestra fe dondequiera que estemos, frente al mundo que nos rodea, somos oficialmente “mártires” de Cristo, y lo más probable es que hayamos escuchado eso ya muchas veces en la Iglesia, cruzadas evangelísticas o clases biblicas; sin embargo, en la vida hay muchas oportunidades para sufrir martirio real por la gloria de Jesucristo y su Evangelio.

Cada vez que sufrimos abusos, pérdidas materiales o personales por hacer la Voluntad de Dios, estamos ofreciendo un verdadero acto de martirio a Dios.

Los cristianos,tarde o temprano, encontrarán en la vida cotidiana situaciones en las que la negativa a hacer algo incorrecto traerá circunstancias adversas que dificultarán sus vidas.

Un almacenista que no acceda a robar bienes no contabilizados, un policía que no aceptará sobornos, una secretaria que rehuse los avances sexuales de su superior aunque esto perjudique su trabajo, un empleado publico que lucha por sobrevivir con un salario pequeño y se niega a participar en actividades ilegales para aumentar sus ingresos; un cristiano, hombre o mujer que sacrifica su vida personal por cuidar de sus hijos, hermanos enfermos o padres ancianos; cada vez que un cristiano decide perdonar a una pareja adúltera sin pagarles con la misma moneda. Cada vez que un cristiano sufre pérdida y dolor, físico o espiritual, por hacer la voluntad de Dios, sufre un verdadero martirio.

Cada lágrima, cada gota de sangre, cada gota de sudor, cada oportunidad pérdida, cada sueño roto, se convierte en un verdadero martirio, si se hace por hacer la Voluntad de Dios.

La diferencia entre el sufrimiento cristiano y el sufrimiento de un hombre natural, es que un cristiano posee el Espíritu Santo, y todo su ser es propiedad de Dios; cuerpo, alma y espíritu. Llevan un sello espiritual invisible sobre ellos que solo los ángeles pueden ver. (Efesios 1:13), y debido a este sello, y nuestra condicion de Hijos de Dios y Sacerdocio Real (Juan 1:12; 1 Pedro 2: 9), todas nuestras acciones justas y sufrimiento justo son santificados por el Espíritu Santo, por lo tanto pueden ofrecerse a Dios como dulce sacrificio.

(Hechos 10: 4; Romanos 15:16; 2 Corintios 2: 14-15; Filipenses 4:18; 2 Timoteo 4: 6; Hebreos 13:16).

Cada vez que enfrentamos perdida o sufrimiento en nuestras vidas a consecuencia de hacer la Voluntad de Dios, nuestro sufrimiento no es desperdiciado o llevado por el viento y olvidado. Es tomado en cuenta en el cielo a nuestro favor y se nos cuenta entre los santos mártires de Dios. Conscientes de esto, ofrezcamos todo nuestro sufrimiento y pérdida a Dios como un ofrenda de corazón, con fe y amor, porque una Corona espera a todos aquellos que dieron su vida de una manera u otra por la Gloria de Dios, en Jesucristo nuestro Salvador y a través del Espíritu Santo.

Omar Flores

Comments