ACERCA DE LA ATENCION PASTORAL A LOS QUE MUEREN POR EUTANASIA



Las leyes que permiten la asistencia profesional a los pacientes con enfermedades terminales para poner fin a sus propias vidas, han sido aprobadas por el gobierno del estado de Victoria, en Australia, y tienen el potencial de extenderse a la legislación de otros estados en algún momento. Pero ahora ha surgido otro problema que afecta a la Iglesia cristiana como institución de una manera más directa. Los poderes civiles esperan que los ministros cristianos de todas las denominaciones asistan pastoralmente de manera regular, a todos aquellos que optan por terminar sus propias vidas y brindarles un entierro cristiano.

El tema es muy delicado. Las personas que eligen acabar con su vida son personas con un alto nivel de estrés y dolor, que además de soportar un sufrimiento físico extremo, se enfrentan también con angustia, a la expectativa de una larga y tortuosa agonía antes de morir inevitablemente. Estas personas que, en circunstancias normales condenarian la eutanasia, aunque en algún momento tomen la decisión de terminar sus propias vidas, también anhelan tener una garantía del perdón de Dios y una expectativa de salvación después de la muerte.

Para solucionar este dilema, algunas iglesias cristianas han permitido que sus ministros proporcionen asistencia religiosa a los candidatos a euthanasia como un acto imparcial de misericordia. Este cuidado puede variar de acuerdo a las creencias y prácticas de diferentes instituciones cristianas, pero se pueden extender hasta otorgar Confesión, Extrema Unción y Viático (Unción y Comunión) a los moribundos antes de terminar con sus propias vidas; junto con un posterior entierro Cristiano, como cualquier otro funeral regular. Pero es esto correcto?

Desde un punto de vista secular, este enfoque sería sin duda correcto. Una mano misericordiosa y consoladora para aquellas pobres almas en sufrimiento durante sus últimos días y minutos, y la dignidad de un entierro socialmente aceptable. Pero hay un problema, el cristianismo es un sistema de creencias religiosas que no siempre es compatible con una visión secular del mundo.

No voy a discutir aquí sobre los fundamentos teológicos de nuestra visión de la vida humana, sino que solo explicaré la postura del ala conservadora del cristianismo sobre el tema.
Para el cristianismo, toda vida humana es sagrada. Comienza en el momento de la concepción, y se protégé y nutre, como un compuesto de espíritu y materia, creado por Dios y llamado a grandeza y vida por toda la eternidad. En el cristianismo, creemos que somos los administradores de nuestras propias vidas, pero no los propietarios. Asi como no nos dimos vida a nosotros mismos, tampoco podemos quitárnosla a voluntad. La fuerza vital que nos anima pertenece solo a Dios, y nadie tiene el derecho de acabar con ella, ni siquiera nosotros mismos, bajo ninguna circunstancia.

Los ministros cristianos, como servidores dedicados de Dios, están ante todo, y por sobre toda otra consideracion civil o secular, obligados a sostener los principios, enseñanzas y preceptos establecidos por Jesús de Nazaret y sus apóstoles, y a ayudar a la comunidad de creyentes a vivir bajo esos principios, enseñanzas y preceptos.

Cuando una persona decide poner fin a su propia vida, por cualquier razón, está cometiendo un pecado grave equivalente al asesinato, ya que la fuerza vital que está terminando no es realmente suya. Independientemente de toda visión secular, cuando un ministro asiste y brinda palabras de consuelo y los sacramentos a un candidato a euthanasia, realmente les están mintiendo, dándoles un falso sentido de esperanza, donde sabemos que no la hay, conviertiendose en participes del crimen.
Ciertamente, solo Dios es el Juez supremo de todos, y sus razones no son discutibles y es su prerrogativa. Si Dios perdona y acepta a alguien que se mata a sí mismo, solo Dios lo sabe, pero en lo que respecta a la Iglesia, como administradores de la doctrina y los sacramentos de Dios, solo corresponde hacer lo que cualquier administrador haria, seguir las reglas de la casa. .

Los ministros cristianos no pueden ayudar a aquellos que han decidido suicidarse, proporcionandoles palabras de una falsa seguridad o incluso cometiendo el sacrilegio de darles los ultimos sacramentos, siendo culpables de un pecado mortal y deliberado contra Dios.

La mejor ayuda que un Pastor o un Sacerdote puede dar a una persona que está a punto de elegir terminar su propia vida, es advertirles abiertamente que lo que hacen es la condenación eterna, tratando de animarlos a soportar el sufrimiento con la paciencia del martirio, y que una vida eterna en Gloria los espera, si permanecen fieles a Dios. Cualquier otra forma de enfoque conciliatorio es engañosa y una traición a los deberes de un siervo del evangelio de Cristo.

Con mucho pesar, debo condenar rotundamente todo enfoque conciliatorio de apoyar el final voluntario de la vida por parte de cualquiera, por ser totalmente contrario a la correcta práctica y comprensión de la doctrina y ética cristianas.

Verdaderos creyentes de Cristo, las condiciones son cada vez más difíciles para nosotros conforme pasa el tiempo, y muy pronto, en cuestión de décadas, seremos testigos del abandono total de la religión verdadera, para ser reemplazada por una forma falsa de cristianismo hecha por el hombre, no al servicio de Dios, sino al servicio de los propios caprichos y deseos del mundo. Aliento a los ministros cristianos y a los laicos a resistir este atropeyo del poder secular sobre la Iglesia cristiana y su deseo de gobernar sobre cosas espirituales que no comprenden.

Sobre estos tiempos habló nuestro amado apóstol Pablo:

“Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual el Espíritu Santo os ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual El compró con su propia sangre. Sé que después de mi partida, vendrán lobos feroces entre vosotros que no perdonarán el rebaño, y que de entre vosotros mismos se levantarán algunos hablando cosas perversas para arrastrar a los discípulos tras ellos. Por tanto, estad alerta, recordando que por tres años, de noche y de día, no cesé de amonestar a cada uno con lágrimas.”
(Hechos 20: 28-31)

Dios los bendiga a todos.

Omar Flores.
Melbourne, 21 de Junio de 2019

Comments