ATRAVES DE PREDICA Y MILAGROS


Después de la Segunda Guerra Mundial, nuestros países en América Latina fueron inundados por cientos de migrantes que vinieron a buscar una nueva vida de esperanza. Trajeron consigo muchas cosas maravillosas, como dinero, costumbres y contesturas que no eran originales de esta parte del mundo; y se establecieron aquí, para formar parte del futuro de estos países.


Algunos llegaron con fuertes creencias cristianas, otros llegaron como ateos actuales, con su visión clásica sobre todos los aspectos de la vida, lo que terminó creando rechazo para la mayoría de sus agendas políticas e igualando el gobierno.
Pero lo que todo esto causó al final, fue una reformulación del cristianismo tradicional, y su aplicación en todo tipo de vida en nuestra existencia.

En realidad, no teníamos la intención de dejarlos desatendidos, sino brindarles toda la ayuda necesaria que necesitaran para cooperar con el desarrollo de nuestros países. Ahora, estas naciones han alcanzado un cierto nivel de progreso que casi equivale a aquellos países que alguna vez enviaron a su pueblo. Ahora, ha llegado el momento tácito de reconocimiento, cuando salimos a gobernar la tierra frente a cualquiera. Los pequeños niños extranjeros se han convertido en adultos completamente desarrollados con demandas y obligaciones que los ayuden a sentirse como en casa.

Nuestro deber ahora es presentarles el evangelio. Sin preguntarles si lo conocen o no, debemos suponer que no lo conocen y acercarnos a ellos con la salvación en nuestras manos.

Si lo saben, su reacción será de apoyo y se unirán a nosotros en la predicación a los demás, pero si no lo saben, entonces debemos presentarlos en contexto de acuerdo con sus situaciones, y tratar de tráelos a Cristo, su Salvador.

No debemos perder la esperanza en nuestros corazones, que se nos ha prometido, de que si permanecemos fieles, Dios también será fiel. (Lucas 4:43)

Si permanecemos fieles a Dios y su verdad, Dios estará con nosotros cada vez que proclamemos el Evangelio a cualquier ser humano. Es de suma importancia que no debemos olvidar esto, porque la verdadera proclamación del evangelio, se hace con palabras y milagros (Marcos 16:20). Palabras que llevan la razón de Dios a las mentes de los oyentes, y milagros de Dios, confirmando la validez de esa predicación que estaríamos proclamando en ese momento.

Dios obra en las personas a través de la Gracia, pero si predicamos el Evangelio de Cristo en santidad, entonces es mucho mejor. No perdamos esto, sino usemoslo como una señal para nuestras operaciones.

Si predicamos el verdadero Evangelio de Salvación a alguien, de acuerdo con la Voluntad de Dios, entonces nos estamos convirtiendo en instrumentos de su Gracia y Poder, y nos convertimos en verdaderos predicadores del Evangelio ante el mundo entero.

Omar Flores.


Comments