LA IMPORTANCIA DE LEER LOS EVANGELIOS


Algunas iglesias cristianas modernas han desarrollado la costumbre de diseñar su propio sistema de estudio en torno a las Escrituras, que no siguen el patrón denominacional tradicional de sus organizaciones o simplemente porque son independientes; y asi siguen sus propios temas, o hacen una lectura cronológica de la Biblia, pero en general, la lectura de las palabras de Jesús contenidas en los cuatro evangelios, se pasan por alto o rara vez se leen los domingos.

Esta costumbre está tan extendida que parece no haber provocado ningún comentario en las congregaciones, y todos se han conformado a esta práctica.
Aunque toda la Escritura es inspirada por Dios y "útil para la instrucción, la convicción, la corrección y el entrenamiento en justicia" (2Timoteo 3:16), no todas las Escrituras disfrutan del mismo grado de importancia en el proceso de salvación.

Ciertamente, no es lo mismo leer el libro de Génesis, que leer a los profetas menores, o el libro de los Salmos. Todos tienen diferentes grados de teología , y las lecciones que aprendamos de cada libro serán totalmente diferentes en importancia entre sí. Génesis proporcionará un rico grado de conocimiento del carácter de Dios, mientras que los profetas proporcionarán un mayor grado de conocimiento mesiánico y un menor nivel de la personalidad del Padre; y así de esa manera con cada libro.

Del mismo modo, el Nuevo Testamento tendrá un grado mucho mayor de conocimiento salvífico que cualquier libro del Antiguo Testamento, ya que trata directamente con la dispensación cristiana. Y de los 27 libros que conforman el NT, los cuatro Evangelios tendrán las palabras de oro de Jesús de Nazaret, la encarnación de Dios mismo, y por lo tanto, tendrán el mayor valor de todos ellos.

Si consideramos que la vida humana fue organizada por Dios en bloques de siete días (Génesis 2: 1-3); es lógico que organicemos nuestra adoración completa semanalmente; no quincenal, ni mensual, ni semestral o anual. Por eso es tan importante celebrar la Cena del Señor como mínimo, cada siete días, y no mensualmente o de otra manera, como muchos lo hacen. Eso va en contra de los principios del Evangelio y afecta el estado espiritual de la Iglesia, privándolos de los beneficios de un sacramento dado por Dios.

Por la misma razón, necesitamos meditar en las palabras de Jesús, nuestro Salvador, al menos cada semana, aparte de cualquier otro estudio o sistema de lectura de la Biblia que podamos tener en pie. Aunque podamos estar desarrollando un estudio metódico de un tema, ningún tema puede ser más importante que las palabras de Jesús mismo. Ningún libro del Antiguo ni del Nuevo Testamento, puede reemplazar o ser superior a los cuatro Evangelios de nuestro Señor.

Una de las maravillosas señales del poder suficiente de Jesús para salvar es que, incluso si se perdiera toda la Biblia, si solo tuviéramos los cuatro Evangelios de Jesús, tendríamos más que suficiente para alcanzar la salvación de primera mano (Juan 20:30 -31).

Es importante proporcionar acceso de primera mano a la lectura de los Evangelios, las enseñanzas de Jesús y predicar sobre ellas. Es Jesús y sus enseñanzas las que dan sentido al resto de la Biblia, y sin Jesús, todo el libro pierde su propósito. Y dado que nuestra adoración pública se ofrece a Dios como mínimo semanalmente, es importante que estas lecturas se realicen todas las semanas los domingos, sobre cualquier otro tema de interés o esquema de estudio que tengamos.

No hay absolutamente nada que podamos aprender de la Biblia, a expensas de las palabras del Salvador. Después de todo, los estudios sistemáticos de la Escritura son propios de los días de estudio bíblico, no de la adoración dominical; y las cuales las autoridades de la Iglesia necesitan organizar mejor muchas veces.

Jesucristo es el Señor del domingo, y el Señor del templo en el que adoramos, y nuestros pastores son sus ministros, y los sueldos que recolectan, es el dinero del Señor; entonces, es justo, que se le dé al Rey del Reino el lugar central de la adoración, y que se prediquen sus enseñanzas a todo el mundo, y desde los techos de las casas (Mateo 10:27).

Omar Flores.


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