Los humanos no son seres angelicales. Pertenecemos a un
tipo especial de creación hecha de materia y espíritu. Un humano no puede ser
considerado tal, en un estado incorpóreo o como materia no animada, y es por
eso que esperamos la resurrección de los muertos en el Juicio Final, donde se
nos otorgará recompensa o penitencia, en la misma condición en que vivímos.
Como una unidad de materia y espíritu, los humanos pueden
verse afectados de diferentes maneras a través de estímulos físicos y
espirituales. Cualquier cosa que estimule el espíritu tendrá consecuencias
materiales, y viceversa. Es por eso que el pueblo de Dios siempre ha practicado
el ayuno y el ascetismo, para someter la carne y el espíritu a la Voluntad de
Dios (Mateo 3: 4; Lucas 5:35).
Sabiendo esto, como nuestro Creador, el Señor Jesús
estableció desde el comienzo de la humanidad, diferentes actos físicos que
reflejaban realidades espirituales y
nuestros convenios con Dios, en beneficio de todo nuestros ser.
Tan pronto como Adán y Eva cayeron, Dios estableció el
sacrificio de animales como expiación por los pecados (Génesis 4: 4); Prohibió
a la humanidad consumir carne animal con su sangre en reconocimiento de la
soberanía de Dios sobre todos los seres vivos (Génesis 9: 4); y ordenó la
circuncisión como una señal del pacto abrahámico (Génesis 17:10).
Ciertamente, todas estas cosas podrían haberse dado solo en
fe y teoría. Realmente Dios no necesita sangre animal para perdonar (Hebreos
10: 4); o un hombre fiel el dejar de consumir su caza con su sangre para
reconocer la autoridad de Dios sobre la vida que ha tomado como alimento; y
ninguno necesita cortarse la piel para honrar un pacto basado principalmente en
la fe (Romanos 4: 10-12); pero Dios usó estos medios físicos para hacernos
comprender la profundidad de las realidades espirituales que representaban y, a
través de nuestra obediencia fiel, canalizar gracia sobre nosotros.
Del mismo modo, el Señor Jesús estableció el Bautismo
como la puerta de entrada a una nueva vida como Hijo de Dios; y la Última Cena
como un memorial de su sacrificio expiatorio, para participar de ellos con fe y
devoción, por la bendicion de todo nuestro ser, tanto spiritual como físico.
Ciertamente, la salvación se puede lograr sin el agua del
bautismo, de la misma manera que una persona podría ser contada como
"Justa" sin circuncisión (Romanos 2: 27; 1 Corintios 7:19; Filipenses
3: 3; Colosenses 2:11); pero esa es la forma en que Dios quizo que sellaramos
nuestro compromiso con El.
De la misma manera, el Señor Jesús estableció la
Eucaristía, como un sacramento continuo basado en la entrega de su vida en la
Cruz, su carne y sangre, para experimentar físicamente la realidad espiritual
de ser parte de Él, tanto de cuerpo como en espíritu. Este sacramento que encierra
el vértice del acto salvífico es repetible por esta razón, para santificarnos
cada vez que participamos de él, canalizando la gracia santificante y el perdón
de pecados, y asi ayudarnos a continuar nuestra comunión espiritual con Cristo
hasta que muramos o Él vuelva de nuevo en Gloria.
Los sacramentos son mucho más que un simple símbolo o recordatorio.
Nos fueron dados por una razón, y son no-negociables; deben ser celebrados como
lo ordeno nuestro Señor. Son las conexiones físicas que nuestro Dios invisible
dejó para que recordemos su encarnación y su realidad histórica, y para nuestra
salvación.
Omar Flores.
Comments
Post a Comment