MATEO 28:1-10
COMENTARIO
Los cuatro evangelios nos dicen que el domingo por la
mañana, María Magdalena, María, la madre de Jacobo, José y Salomé (Marcos
15:40), seguidas luego por otras mujeres (Lucas 24:10) vinieron a la tumba del
Señor para ungirlo, pero encontraron que la puerta de piedra de la tumba habia
sido movida, y un par de ángeles (Lucas 24: 4; Juan 20:12) les dijeron que
Jesús había resucitado como lo había prometido (Lucas 9:22).
Parece que nadie entendió o creyó las palabras de Jesús
cuando habló sobre su resurrección física. No tenemos noticias de que María, la
madre de Jesús estubiese cerca de la tumba o en espera de su resurrección, ni
los apóstoles creyeron hasta que vieron que el cuerpo no estaba (Lucas 24:
10-12).
María Magdalena fue a la tumba para ungir el cuerpo de
nuestro Señor porque ella le suponia muerto (Juan 20: 13-15).
Nuestro Señor Jesús, para maravilla de los romanos, los
judíos y sus propios discípulos (Mateo 28: 12-14), resucitó de entre los
muertos, manifestando su poder sobre la vida y la muerte. Él demostró no solo
con palabras y resucitando de entre los muertos a otras personas, sino también
a través de su propia resurrección, que Él era verdaderamente Señor sobre todo
lo que conocemos como vida, lo que por naturaleza implica la eventual muerte.
Esto selló la prueba de su misión como Salvador del Mundo, ya que demostró que
también podía cumplir la promesa de vida eterna que hizo a todos los que se
rindieran a Él
(Juan 6:40).
Mucho se habla en los evangelios sobre la resurrección
física de la muerte, más aún que la salvación de la condenación espiritual.
Esto se hace con dos propósitos:
Hay que dejar claro que la muerte física es una
consecuencia del pecado (Romanos 6:23) y que no era parte de la naturaleza
humana desde el momento de la creación. Si Dios hubiera creado humanos para
morir de muerte física, no se mencionará la resurrección física de nuestro
Señor, la cual fue literal y no una ilusión (Lucas 24:39; Juan 20:27).
Otra razón es que la muerte física viene como
consecuencia del pecado, lo cual conlleva la separación espiritual de Dios.
Jesús demostró al imponerse sobre el poder de la muerte, ser lo suficientemente
poderoso como para eliminar también esa condenación espiritual que el pecado
nos impuso.
Nunca una figura histórica religiosa en el mundo ha
afirmado dominar la muerte al volver con vida después de 3 días. ¿Por qué?
Porque nunca ha habido alguien tan valiente como para reclamar victoria sobre
la muerte, ni siquiera en fantasía; pero Jesús de Nazaret lo hizo, porque pudo,
y no en privado, sino como un testimonio para muchos, en su día de
resurrección, como en los siguientes 40 días que se apareció a sus seguidores
(Hechos 1: 2-3).
Los evangelios también nos dicen que cuando María
Magdalena notó que faltaba el cuerpo, se quedó llorando pensando que el cuerpo
del Señor había sido retirado de su lugar. En algún momento entre que los
ángeles que le contaron acerca de la resurrección del Señor e ir a contarle a
los apóstoles, nuestro Señor mismo se apareció a María y se presentó en su
condición resucitada (Juan 20: 11-18), y más tarde a las otras mujeres, probablemente
María, la madre de Santiago, y Joanna (Lucas 24:10). Cuando se apareció a la
Magdalena, nuestro Señor se negó a ser tocado ya que aún no había entrado en la
presencia del Padre (Juan 20:17), pero en su misericordia, luego dejó que ella
y las otras mujeres le tocaran los pies y lo adoraran (Mateo 28: 9).
Nuestro Señor finalmente se apareció a todos sus
discípulos, y se assume también su propia madre, hermanos y hermanas, a pesar
de que el evangelio no menciona expresamente esto, ya que Jesús se apareció a
todos los apóstoles, incluido Juan, quien era el custodio de María. Pero
también se apareció a 500 personas a la vez, como un testimonio final de su
victoria total sobre la muerte (1 Corintios 15: 6).
Jesús a lo largo de su ministerio terrenal, fue claro que
solo a través de Él, podemos llegar a Dios (Juan 16: 4). Y demostró la
veracidad de su reclamo al resucitar de la muerte, días después de sucumbir en
la Cruz, mostrándole así a todos en su tiempo, gentiles y judíos, creyentes y
no creyentes, que tenía el poder de vencer a la muerte, y todo lo demás que eso
significaba, y que su promesa de resurrección y vida eterna, eran creíbles y
verdaderas.
Omar Flores.
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