EL BUEN PASTOR


JUAN 10:1-10

COMENTARIO

Nuestro Señor acababa de curar a un ciego de nacimiento, a quien los fariseos habían interrogado fuertemente (Juan 9); y habian expulsado de la congregación judía.

Este hombre, convencido por el milagro que le había sucedido, se sometió a nuestro Señor cuando El le reveló quién era (Juan 9: 35-37). Seguidamente, Jesús le explico que había venido al mundo para “hacer que los ciegos recuperaran la vista, y para cegar a los que dicen ‘ver'”, en clara referencia a la incredulidad de los fariseos, quienes escuchando esto, vinieron a confrontarlo por ello.

Jesús les dijo que se había presentado a ellos abiertamente como el Mesías desde el principio (Lucas 4: 16-21), pero que incluso cuando realizó grandes Milagros se negaron a creer en Él, porque no eran "de su rebaño"; en cambio otros lo hicieron, como el ciego, porque eran de los que se contaban como suyos.

Además, en clara referencia a Elección y Predestinación, elaboró ​​que otros que vinieron antes que Él eran mentirosos y ladrones, en otras palabras 'falsos Mesías', que solo vinieron a destruir, pero aquellos 'que lo conocen', (Jesus), incluso antes de haberlo visto, nunca los seguieron, porque 'conocían' la voz de Jesús; pero tan pronto como El apareció, lo siguieron, como si la voz de su Salvador estuviera implantada en ellos antes de nacer.

Finalmente dijo que Él mismo era la "Puerta" o la entrada a la Vida Eterna, y que esas ovejas que entraron a través de Él, la encontrarian.

Nuestro Señor nos enseña tres cosas:

1 - Solo aquellos que están predestinados a creer, eventualmente llegarán a creer, impulsados ​​por una habilidad natural para reconocer el llamado de Dios en cierto momento de sus vidas. Sin embargo, hay algunas personas que nunca aceptarán el llamado de Dios y son aquellas que nunca llegan a la fe, o eventualmente la abandonan permanentemente para nunca volver, como el caso de Judas Iscariote.

2 - Sin embargo, esta aceptación del llamado de Dios a creer en Jesús requiere un acto de voluntad personal. No se impone. No es una "decisión falsa". Cuando se nos cuenta dentro de ese rebaño que reconocerá la Llamada del Maestro; es porque en su conocimiento previo, Dios el Padre nos ha seleccionado para salvación antes de nacer, en conocimiento de nuestra futura aceptación de Jesús; y luego, facilita el camino hacia la fe en el tiempo presente de los elegidos. Somos elegidos, nuestra salvación garantizada, pero porque hemos decidido aceptar el llamado de Jesús en nuestras vidas. Dios nunca deja a ningún humano sin una oportunidad real de salvación. Sin embargo, algunos han decidido rechazar a nuestro Señor Jesús por cualquier razón, y por lo tanto, han sellado su destino para destruccion eterna tan pronto como Dios supo de su futuro rechazo hacia su Hijo.

3 - La lección final es el elemento suficiente de salvación, que es JESÚS mismo. El declaró YO SOY LA PUERTA. No, ‘soy el maestro de salvación’, ni ‘es el mensaje que les traigo’. No. Dijo que lo era El mismo. La persona del Hijo de Dios, Jesús de Nazaret.

Todo lo que Jesús hizo, enseñó y ordenó, son elementos secundarios a esta salvación que Él realiza personalmente a través de su expiación y perdón de pecados. Todo lo demás, sacramentos, bautismo, buena conducta, etc. solo tienen valor en Él, por lo que Él es y ha hecho por nosotros. Sin el deseo personal de Jesús de salvarnos, sin su misericordia por nosotros, sin su amor, sin la expiación; todas esas prácticas, el bautismo, la cena del Señor y la vida moral no harian nada en absoluto, estarian vacías y seriamos condenados de igual manera.

Pero para entrar en ÉL, necesitamos como el ciego, creer en Él. Es solo a través de la fe que podemos llegar a Él y recibir la gracia necesaria que se requiere para perseverar hasta el final y cumplir con sus mandamientos. Sin fe no hay nada. Sin fe, estamos muertos. Nada nos salvaria.

Demos gracias a Dios por permitirnos venir a Jesús en primer lugar, y beneficiarnos de su sacrificio expiatorio y su misericordia. Pero también seamos conscientes de nuestra responsabilidad de seguir a Jesús todos los días de nuestras vidas, lo mejor que podamos, pero permanecer en la fe; sabiendo que nadie en la Tierra sabe con certeza quién está predestinado a la salvación. Solo los que se queden hasta el final serán salvos. Seamos uno de los del rebaño de Jesús, por la misericordia de Dios, y entremos con confianza en Su Reino.

Omar Flores.


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