LA PRIMERA LIMPIEZA DEL TEMPLO

 

LA PRIMERA LIMPIEZA DEL TEMPLO

13 La Pascua de los judíos estaba cerca, y Jesús subió a Jerusalén,

14 y encontró en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los que cambiaban dinero allí sentados.

15 Y haciendo un azote de cuerdas, echó a todos fuera del templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los cambistas y volcó las mesas;

16 y dijo a los que vendían palomas: “QUITAD ESTO DE AQUÍ; NO HAGÁIS DE LA CASA DE MI PADRE UNA CASA DE COMERCIO.”

17 Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: “El celo por tu casa me consumira.”

18 Entonces los judíos respondieron y le dijeron: Ya que haces estas cosas, ¿qué señal nos muestras?

19 Jesús respondió y les dijo: “DESTRUID ESTE TEMPLO, Y EN TRES DÍAS LO LEVANTARÉ.”

20 Entonces los judíos dijeron: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú lo levantarás en tres días?

21 Pero El hablaba del templo de su cuerpo.

22 Por eso, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto; y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había hablado.

JUAN 2:13-22

COMENTARIO

Esta fue la primera vez que el Señor Jesús expulsó a los comerciantes y usureros del Patio Gentil del Templo. Ocurrió al comienzo de su ministerio público, después de las bodas de Caná, y no debe confundirse con su última visita antes de la crucifixion, narrada en los sinópticos.

Jesús arrojó a los cambistas, a los vendedores de animales y a los animales, no porque lo que estaban haciendo estuviera mal, sino por la manera y el lugar en que lo estaban haciendo.

Se necesitaban cambistas para cambiar dinero pagano por shekels judíos, moneda libre de imágenes y simbolismo pagano que los sacerdotes podían aceptar como ofrendas en las arcas sagradas del Templo.

Los animales se vendían a los adoradores ya que no todos en Israel eran agricultores o tenían acceso directo a los animales para su ofrenda de sacrificio. Poder comprar el animal respectivo para el sacrificio y las condiciones precisas, cerca del Templo, era una necesidad y muy conveniente, especialmente para las personas que venían a adorar desde el extranjero.

Esto no estaba mal. Lo que estaba mal, era el corazón de los comerciantes.

Vendían animales impropios para el sacrificio (Mal 1: 8), ciegos y cojos, que la población ignorante compraba confiando en la posición privilegiada de esos comerciantes, dentro de los muros del Templo.

Los cambistas no solo cambiaban moneda, sino que lo hacían con fines de lucro, a costos extremadamente altos, aprovechando a los más pobres de los fieles, y también remitían a sus compradores a otros especuladores que los endeudaban.

Los animales también ofendían al Templo, ya que hacían sus excrementos dentro de los muros del Templo, hacían ruidos innecesarios, interrumpían las oraciones (Mt 21:13) y muchos no eran aptos para el sacrificio.

Pero sobre todo, la falla más grande y la razón principal por la que el Señor Jesús hizo un látigo y arrojó a los comerciantes, cambistas, animales y mesas, es porque el atrio gentil del Templo fue hecho para la reunión de gentiles o no judíos que vinieran a adorar a Dios en su templo (Apocalipsis 11: 2). Todo el asunto, la venta de animales, la presencia de estos y el cambio de moneda en el patio del templo, era un insulto para el carácter sagrado del Templo donde residía la presencia de Dios Todopoderoso.

Por eso el Señor Jesús, además de denunciar sus crímenes, también afirmó que el Templo no era "un lugar de comercio"; señalando la principal razón de su desaprobación. Y esta es también la razón por la que el evangelista cita el Salmo 69, asignando a Jesús el cumplimiento en su alma del gran celo de santidad que tenía por todo lo relacionado con Dios, especialmente el Templo de 'Su Padre', como Jesús también declaró cuando fue encontrado en ese mismo Templo, hablando con los Escribas cuando tenía 12 años (Lc 2, 49).

Con esta acción, el Señor Jesús demostró que el honor de Dios debe defenderse con violencia, si es necesario.

Jesús nunca se defendió a sí mismo, sino que defendió a los demás y al Templo de Dios, anteponiendo el bienestar de Dios y de los demás al suyo.

Cuando se enfrentó a los sacerdotes, Jesús les dijo abiertamente: "Destruyan este templo, y lo levantaré en tres días", hablando de su propia resurrección, pero sus oyentes, incluso los apóstoles, no se dieron cuenta de que Jesús estaba hablando de sí mismo. y, por extensión, proclamandose Dios.

Sin embargo, unos años después, totalmente cambiados por el poder del Espíritu Santo, los Apóstoles recordarian estas palabras con fe.

Omar Flores.

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