LA VID VERDADERA

 

LA VID VERDADERA

1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.

2 Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto.

3 Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado.

4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.

5 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.

6 Si alguno no permanece en mí, es echado fuera como un sarmiento y se seca; y los recogen, los echan al fuego y se queman.

7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho.

8 En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así probéis que sois mis discípulos.

JUAN 15:1-8

COMENTARIO

En este discurso, nuestro Señor Jesús nos advierte que permanezcamos siempre en comunión voluntaria con Él, para recibir el favor de Dios y alcanzar la salvación.

Nos dice que Él mismo es el tronco de la vid; el dador de vida, que sostiene las raíces y del que subsisten todas las ramas que dan fruto. El Señor Jesús nos llama a permanecer fieles a Él, no solo en fe, sino en obediencia.

Muchos teólogos modernos tienden a neutralizar la urgencia de esta sección, asumiendo que las ramas que no dan el fruto debido, nunca fueron elegidas para permanecer para siempre, por lo que nunca tuvieron el Espíritu Santo y nunca estuvieron en comunión real con Cristo.

Sin embargo, el llamado de Jesús a "permanecer" en Él, se da porque depende enteramente de nuestra decisión el perseverar en la fe y la obediencia. Si la perseverancia fuera una cuestión de elección arbitraria, este discurso no seria "un llamado" a la perseverancia, sino un comentario sarcástico, hiriente para los no elegidos; diciéndoles en sus caras que no perseverarán porque Dios no los ha querido para ser salvos; y sería inútil para nosotros, ya que perseverariamos de todos modos, porque Dios así lo ha decidido por nosotros.

La única manera en que este discurso logra su propósito, es cuando  nosotros, reconociendo la imperiosa necesidad de permanecer fieles (Permanecer en la rama, por la fe); y producir fruto (mediante la obediencia); decidimos hacerlo, y lo hacemos.

Si permanecemos fieles y obedientes, Dios Padre nos perfeccionará a tiempo, según la imagen de Jesús (Efesios 4:13); pero si dejamos de obedecer a Cristo, o peor aún, abandonamos la fe por completo, seremos separados de Jesús y condenados para siempre (Juan 15: 6).

Permanecer en comunión con Dios, por Jesucristo, su Hijo; es un acto hecho posible por la Gracia de Dios, que hizo posible toda la expiación y nos otorgó suficiente Gracia común para escuchar y decidir; pero la decisión, cada día, de seguir a Jesús, es un acto de nuestro libre albedrío, del que sólo nosotros somos enteramente responsables, y por tanto, promotores de la consecuencia final de nuestras decisiones.

Finalmente, el Señor Jesús nos dice, que aquellos que son fieles a El, todas sus oraciones son contestadas.

Omar Flores.

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