LA MUJER SE SALVARA ENGENDRANDO HIJOS
Lo anterior, es
una declaración hecha por el Apóstol Pablo en su Primera Carta a Timoteo,
capítulo 2, versículo 15; cuando habla del comportamiento femenino en general.
La pregunta es,
si la salvación es por gracia, ¿por qué debería importar si la mujer tiene o no
hijos en su proceso de redención?
Todos los
cristianos están de acuerdo, de una forma u otra, en que la salvación es
estrictamente por gracia, porque nace solo del deseo de Dios de salvar a la
humanidad de la perdición, y porque es imposible sin el perdón de Dios.
(Juan 6:44;
Romanos 9: 15-19; Efesios 2: 4-10)
Sin embargo, las
acciones consecuentes al arrepentimiento y fe en el Señor Jesús como Señor y
Salvador, son parte de este proceso. Las acciones no nos salvan por sí mismas,
la salvación es causada solo por la fe, pero por una fe obediente.
Es a través de
la obediencia que demostramos nuestra fe. Si realmente experimentamos una
conversión, es natural esperar un cambio de comportamiento consecuente con la
voluntad de Dios, y no en contra de ella. Y esta obediencia a nuestro nuevo
Señor, incluye sacramentos y conducta moral que reflejarán nuestro cambio de
corazón hacia Dios, rechazando el mal y abrazando la santidad. Y entre estos
códigos de conducta que se esperan de los nuevos conversos, se encuentra la
feminidad en el caso de las mujeres.
Las mujeres
fueron creadas para apoyar el trabajo del hombre en la Tierra, como compañeras,
y también para procrear la vida humana (Génesis 1:28; 2:18; 1Timoteo 2:13). El
deber de la mujer para con Dios, por tanto, incluye necesariamente el
cumplimiento de la razón de su creación, y parte de ello es estar dispuesta y
ser capaz de brindar apoyo moral y físico a sus maridos e hijos; y también,
reproducir la humanidad en la Tierra.
El deber del
hombre es proteger y sostener física y moralmente a toda su familia, lo que
incluye el ganarse el sustento diario (Génesis 3: 17-19), y para ello Dios hizo
a los varones, emocional y físicamente fuertes y con un cuerpo capaz de luchar
y trabajar fuertemente de manera productiva.
Por el
contrario, las mujeres fueron creadas emocionalmente sensibles para cuidar de
sus maridos e hijos, y lo suficientemente fuertes para hacerse cargo de las
tareas del hogar, cuidando los aspectos de la vida familiar que un hombre no
puede hacer. Y una parte muy importante es la maternidad.
La reproducción
es un deber y una responsabilidad ante Dios.
Es la voluntad
de Dios que los hombres se reproduzcan y que la mujer sea el canal y la
portadora de la vida humana en la Tierra. Por lo tanto, Pablo habla de
"mujeres que tienen hijos", como parte de las acciones que demuestran
la sumisión de las mujeres a la voluntad de Dios. Tanto como sería para un
hombre mantener a su propia casa (1Timoteo 5: 8) y asi estar de acuerdo a la
voluntad de Dios.
Traer hijos al
mundo es el mayor regalo que una mujer puede dar de sí misma a Dios y al mundo.
La maternidad es lo que realmente la convierte en una mujer plena, incluso más
que el matrimonio, ya que en el matrimonio está implícita la unión sexual, lo cual
hace posible la maternidad; y es a través de la procreación que se culmina toda
unión sexual. De lo contrario, sería una unión estéril y muerta. Un acto de
onanismo.
No es la
maternidad lo que salva a una mujer, pero es la maternidad lo que demuestra,
más que cualquier otra cosa, que una mujer, como parte de su conversión a Dios,
está dispuesta a vivir según la voluntad de El, asumiendo el papel que Dios le
dio en este planeta. Por otro lado, es el rechazo a la maternidad, es un acto
de rebelión contra Dios y la naturaleza, contrario a lo que Dios pretendía en
primer lugar cuando hizo a Eva para Adán, lo que por sí mismo atrae
condenación.
Omar Flores.
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