UN PROFETA
NO ES ACEPTO EN SU PROPIA TIERRA
1 El se marchó
de allí y llegó a su pueblo; y sus discípulos le siguieron.
2 Cuando llegó
el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos que le escuchaban
se asombraban, diciendo:
¿Dónde obtuvo
éste tales cosas, y cuál es esta sabiduría que le ha sido dada, y estos
milagros que hace con sus manos? 3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María,
y hermano de Jacobo, José, Judas y Simón? ¿No están sus hermanas aquí con
nosotros? Y se escandalizaban a causa de El.
4 Y Jesús les
dijo:
‘No hay profeta
sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa’.
5 Y no pudo
hacer allí ningún milagro; sólo sanó a unos pocos enfermos sobre los cuales
puso sus manos. 6 Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos.
Y recorría las
aldeas de alrededor enseñando.
MARCOS
6:1-6
COMENTARIO
Después de que
Jesús regresó a la orilla occidental del lago de Galilea, y después de
resucitar a la hija de Jairo y sobrellevar la incredulidad de los presentes que
se burlaron de Él ese día (Marcos 5:40), regresó a su ciudad natal de Nazaret,
donde había crecido y desde donde se le conocía como 'de Nazaret', para
ministrarles el mensaje de salvación.
Pero el primer
sábado, cuando nuestro Señor les predicó de las Escrituras judías; los judíos
allí presentes, que habían conocido a Jesús desde la niñez, así como toda su
familia terrenal, lo rechazaron por esos motivos.
Sabían que Jesús
tenía un conocimiento sobrenatural de la Torá y los Profetas, y que podía
realizar milagros y sanar a los enfermos como nadie más podía hacerlo; pero el
conocimiento del pobre estatus social de su familia, el hecho de que su padre terrenal,
José, fuera un obrero y su madre una ama de casa, y que tenía hermanos y
hermanas como cualquier otra persona, era incompatible con su idea de un hombre
santo o un maestro de la ley.
Los Doctores de
la Ley, al igual que los Teólogos de hoy, tenian décadas de aprender
directamente de un Anciano de mayor reputación, también Doctor de la Ley; y
disfrutaban de un nivel académico de conocimientos superior al de cualquier Sacerdote
o Rabino promedio, y sin embargo, Jesús, sin todo esto, interpretó las
Escrituras sin ninguna educación formal en teología.
Los hacedores de
milagros del pasado fueron ascetas piadosos que vivieron una vida muy austera,
pero el Señor Jesús vivia como un ser humano promedio, bebiendo, comiendo y
trabajando, sin ninguna vida religiosa formal como los aspirantes al sacerdocio
del templo, al concilio rabínico o escribas; sin embargo, fue el mayor obrador
de milagros de la época, y solía ser criticado por esto
(Mateo 11:19).
Entonces, se
preguntaron, de dónde Jesús había adquirido todo este conocimiento y de dónde
podía realizar todos estos milagros, demostrando que sabían que eran reales y
correctos, pero lo rechazaron por motivos de su origen familiar, incluida la
incredulidad de sus propios hermanos (Juan 7: 5).
Jesús no pudo
realizar muchos milagros allí. Tengase en cuenta que no dice que Él no pudo
realizar milagros en absoluto, ya que no había nada externo que pudiera
interferir con su propio poder. Realizó algunos milagros como siempre lo hacía
en cualquier otro lugar, pero solo en aquellos que con fe acudían a Él pidiendo
ayuda. Pero no hizo milagros en aquellos que sabiendo su poder y conocimiento,
lo rechazaron por razones carnales. No recibieron las bendiciones de Dios,
quien decidió no hacer en ellos ninguna maravilla, sino dejarlos en la dureza
de sus corazones.
Sin embargo, en
su misericordia eterna, el Señor Jesucristo se quedó allí, entre esa gente
incrédula, predicando el arrepentimiento y la conversión, en Nazaret y en toda
Galilea, porque Él esperaba que ellos vengan al arrepentimiento y sean salvos.
Omar Flores.
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