ESTAMOS PERMITIDOS DE JUZGAR A OTROS?


 

ESTAMOS PERMITIDOS DE JUZGAR A OTROS?

¿Quién no ha escuchado muchas veces a otras personas decir que está mal "juzgar" la conducta de otra persona, llamándola incorrecta o pecadora?

Generalmente, creyentes o no, piensan que emitir un veredicto negativo sobre las decisiones de otras personas, es un acto de soberbia que presupone una idea de superioridad; y que debemos permanecer neutrales al emitir juicios morales sobre los demás.

En primera instancia, esto parece correcto; pero, ¿qué dice la Biblia acerca de juzgar la conducta de otro ser humano?

¿QUÉ DICE LA BIBLIA?

Sorprendentemente, la Biblia menciona dos actitudes diferentes sobre pasar juicio sobre los demás.

NO JUZGAR

"No juzgues para que no seas juzgado".

Mateo 7: 1 (Ver también Lucas 6:37, Santiago 5: 9)

JUZGAR

"Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñar, reprender, corregir y entrenar en justicia".

2Timoteo 3:16 (Ver también 1Corintios 6: 1-6).

ANALIZANDO

De las enseñanzas de Jesús y sus apóstoles, podemos ver en el Nuevo Testamento una posición unánime y sólida en contra de emitir juicios personales y la subsecuente condenación de la conducta de otras personas.

Un pasaje explícito que enseña esto y nos da la razón, puede ser Lucas 6: 37-38:

“No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; Perdonad, y sereis perdonados; ... Porque con la medida que useis, sereis medidos”

Lucas 6: 37-38

Jesús enseña que dado que nadie está libre de pecado (Juan 8: 7), nadie tiene la autoridad de juzgar y condenar a nadie, ya que nadie tiene una postura moral inmaculada para condenar a otra persona.

Puede que no cometamos el mismo pecado, pero pecamos de otras formas, y eso nos convierte en "pecadores" ante Dios (Romanos 2: 1). E incluso en el caso en que podamos considerar que nuestro pecado es menor que el de otro, como cuando mentimos, mientras otro comete un asesinato; no hay garantía de que nunca hagamos lo mismo.

El juicio en esta circunstancia, nace de un mal sentido de superioridad frente a otro. Y da una falsa sensación de seguridad, porque de la misma raíz, la maldad en nuestra caida naturaleza humana, nacen toda clase de pecados.

(Santiago 1:14; Romanos 7: 23-24).

Cuando actuamos así, solo estamos promoviendo el engaño, el orgullo y la dureza de corazón dentro de nosotros. Esta actitud no solo nos dañará a nosotros mismos, sino tambien a nuestro prójimo. En lugar de esto, Jesús propone misericordia en nuestra visión de las faltas y debilidades de otras personas, considerando que también somos pecadores por naturaleza, independientemente de la gravedad de nuestras faltas personales, y que DIOS será misericordioso con nosotros si mostramos misericordia por los demás, porque "La misericordia triunfa sobre el juicio". (Santiago 2:13).

Estos principios nos hacen humildes y nos hace crecer en amor y comprensión por nuestros semejantes, viéndonos a nosotros mismos y a los demás, como compañeros de un mismo barco, rumbo al mismo puerto, que necesitan luchar juntos a través de los elementos para llegar allí.

Pero habiendo dicho esto, la Biblia también nos enseña a juzgar el bien del mal, tanto en nosotros mismos, como en los demás.

CÓMO IDENTIFICAMOS EL MAL

Por mucho que el Nuevo Testamento nos enseña a no ser arrogantes y condenar a otras personas, también nos enseña claramente a ser capaces de juzgar y condenar las "malas acciones", no bajo nuestro propio juicio, sino bajo la luz de las Escrituras:

“No tengan nada que ver con los hechos infructuosos de las tinieblas, sino más bien, desenmascaradlos. Es vergonzoso incluso mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto ".

Efesios 5: 11-12

La Escritura enseña a los cristianos, que son la Iglesia de Dios y la "Luz del mundo" (Mateo 5: 14-16) a denunciar el mal dondequiera que lo veamos.

Para "exponer" los "frutos de las tinieblas", debemos ser capaces de juzgar las acciones de individuos e instituciones, no de acuerdo con nuestras propias ideas, sino bajo la mente de Dios, basados ​​en los principios de las Escrituras.

Este tipo de juicio no se basa en nuestra propia justicia, sino en la Palabra de Dios. En otras palabras, estamos llamados a ver las cosas como Dios las ve. Por eso el Señor Jesús nos dice: "No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio". (Juan 7:24)

Claramente, Jesús no prohíbe el acto de juzgar y condenar el pecado, pero debemos hacerlo de acuerdo con el punto de vista de Dios expresado en la Biblia, y no bajo nuestra propia opinión o sentido de impecabilidad. Esto quita de en medio el orgullo personal y pone a Dios en el lugar de Juez, poniéndonos a nosotros mismos no como jueces, sino sólo como canales de la opinión divina.

Siempre que juzgamos y denunciamos el pecado y la maldad de esta manera, nos convertimos en oyentes del principio santo que las condena, y lo recibimos como una advertencia para nosotros mismos:

“Hermanos, si alguien es sorprendido en alguna transgresión, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con un espíritu de mansedumbre. Cuídandote tu mismo, no sea que tú también seas tentado ".

Gálatas 6: 1

El mal debe ser denunciado siempre.

Satanás trabaja en oscuridad y secreto, siempre creando trampas para la captura de almas humanas. Cuando sacamos el mal a la luz, desmantelamos el programa de destrucción que el diablo ha creado. Avergüenza a los infractores y abre la posibilidad de arrepentimiento y enmienda para ellos.

Por esto siempre estamos llamados a condenar la acción, pero no al pecador. Debemos animar al infractor y estar listos para recibir su arrepentimiento.

No estamos en guerra con la raza humana, sino contra el mal. Si no denunciamos el mal, nos hacemos partícipes por asociación, e indirectamente, nos colocamos como parte del programa de destrucción que el diablo tiene diseñado para nosotros.

CONCLUSIÓN

Satanás conoce todos estos. Y es él quien ha inventado la excusa de 'no juzgar' en absoluto, tergiversando las enseñanzas de nuestro Señor, para hacernos sentir culpables o pasivos, mientras adelanta su malvada causa sobre nosotros.

Debemos juzgar de acuerdo con la guía bíblica, lo cuál no es nuestro propio juicio, sino el de Dios; y llamar a los ofensores al arrepentimiento, y estar listos para aceptar su arrepentimiento si esto ocurre.

De esa manera habremos obrado la voluntad de Dios, reconociendo el mal, con el permiso de Dios y ejerciendo misericordia al aceptar el arrepentimiento de nuestro hermano.

Recordando que el interés de Dios en hacer este juicio, no es la condenación, sino la salvación del pecador.

"Sepan que cualquiera que haga volver a un pecador de su extravio, salvará su alma de la muerte y cubrirá multitud de pecados".

Santiago 5:20

Omar Flores.

Comments