LA OFRENDA DE LA VIUDA
41 Jesús se
sentó frente al arca del tesoro, y observaba cómo la multitud echaba dinero en
el arca del tesoro; y muchos ricos echaban grandes cantidades.
42 Y llegó una
viuda pobre y echó dos pequeñas monedas de cobre, o sea, un cuadrante.
43 Y llamando a
sus discípulos, les dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que
todos los contribuyentes al tesoro; 44 porque todos ellos echaron de lo que les
sobra, pero ella, de su pobreza echó todo lo que poseía, todo lo que tenía para
vivir.
MARCOS
12:41-44
COMENTARIO
En esta ocasión,
después de predicar en el Templo, el Señor Jesús se quedó mirando a los
peregrinos y adoradores depositar sus ofrendas en los cofres colocados fuera
del Templo, especialmente puestos con la intención de recolectar limosnas
voluntarias (No diezmos ni Corban), juzgando los corazones de los los que pasaban.
Muchos pusieron
grandes cantidades de dinero, ya cambiado de la moneda romana a shekels, y
probablemente hicieron un gran ruido cuando las monedas caian por los
contenedores, llamando la atención sobre sí mismos. Cuanto más fuerte era el
ruido, más habían dado y más respeto y honor recibían de quienes los rodeaban.
De repente, una
anciana viuda, llegó y realizó un depósito que apenas hizo ruido.
Probablemente
nadie la notó. Su pobreza en una sociedad dominada por hombres, debe haber sido
obvia por su vestimenta. Pero el Señor Jesús la notó.
Nuestro Señor ve
los corazones de los hombres. Y consideró cómo todas las grandes ofrendas se
daban por la misma razón por la cual tambien condenó a los que vestían grandes
túnicas litúrgicas, cobraban dinero por las oraciones y leían oraciones
escritas largas y aburridas por muchas cosas, segun las solicitaran los
adoradores, vanidad.
Pero mientras
los ricos hacían ofrendas en voz alta, ya fuera por vanidad o simplemente por
generosidad; esta viuda había dado todo por amor.
Una viuda pobre
en aquellos días, no podía permitirse el lujo de ser "generosa", y
mucho menos ser vista en su pobreza. Traia vergüenza a la mayoría.
Necesitaba
depender del sustento que le ofrecía su descendencia o de las limosnas de otros.
El hecho de que el evangelista mencione que era "viuda" no sólo
significa que su esposo había muerto, sino que ella estaba en necesidad por
falta de su sostén material y apoyo moral, su esposo.
Aunque pudiera
tener hijos, no podía permitirse "regalar" ofrendas voluntarias que
la ley no solicitaba. Pero lo hizo.
La anciana
había, por amor y devoción, entregado voluntariamente para el mantenimiento de
la Casa de Dios, todo lo que tenía para vivir en ese momento. Ella confió
totalmente en su DIOS. Sabía que Dios vería por ella, porque no había entregado
dinero en busca de placer, ni vicio, ni codicia de cobrar intereses por un
préstamo; ella les había dado felizmente a los sacerdotes lo que necesitaban
para continuar con la adoración diaria de nuestro Padre Celestial.
El Señor JESÚS
señaló no el dar, sino el corazón detrás de él.
Todos los demás
hombres habían dado de lo que les sobraba. En su mayoría para ser vistos por
otros, y una minoría por devoción y generosidad, pero nada de eso significó una
privación de algo, sino dinero que de otra manera podrían desperdiciar en otras
cosas (v.44), pero prefirieron darlo para el servicio del templo.
Pero esa viuda,
había dado, por fe y amor.
Por FE, porque
ella creía y confiaba plenamente en DIOS. Y actuo según su fe, demostrando que
confiaba totalmente en el Dios que puede hacer dinero de piedras y alimentó a
los profetas en el desierto. Había arriesgado su vida y había demostrado su
honestidad delante de su Creador.
Por AMOR, porque
amaba a Dios y su Casa. Se enamoró tanto del culto a Dios y del lugar del culto
divino, que consideró el Templo de Dios más valioso que su propia vida.
Entonces, ella prefirió dar todo lo que tenía, con total desapego en amor a
Dios.
El Señor JESÚS
quiso demostrar a sus apóstoles, que es más valioso a los ojos de Dios, las
intenciones del corazón que las acciones mismas.
No son las
grandes ofrendas, los grandes edificios, las grandes campañas o las iglesias
lujosas o las túnicas liturgicas o la pompa del servicio lo que Dios valora,
sino las intenciones detrás de todo.
Si algo es dado
por cualquier otra razón que no nazca de la Fe y el Amor, no vale más que el
valor material.
Ciertamente,
Dios es justo y recompensará a todo hombre que haga algo por Él, incluso si su
corazón y sus intenciones no son las mejores (Mateo 10:42). Pero quien haga
algo por Él, nacido de fe y amor, será recompensado, no solo por lo material,
sino por el desapego, el amor, la fe y la confianza que ha demostrado al hacer
lo que hizo, y recibirá su recompense, la Corona de Gloria que aguarda a los
que lo dieron todo por la Gloria de Dios.
(1Corintios
9:25; 2Timoteo 4: 8).
Omar Flores.
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