SEÑALES DEL
FIN
24 Pero en
aquellos días, después de esa tribulación,
EL SOL SE
OSCURECERA Y LA LUNA NO DARA SU LUZ, 25 LAS ESTRELLAS IRAN CAYENDO del cielo y
las potencias que están en los cielos serán sacudidas.
26 Entonces
verán AL HIJO DEL HOMBRE QUE VIENE EN LAS NUBES con gran poder y gloria. 27 Y
entonces enviará a los ángeles, y reunirá a sus escogidos de los cuatro
vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
28 De la higuera
aprended la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, sabéis
que el verano está cerca. 29 Así también vosotros, cuando veáis que suceden
estas cosas, sabed que El está cerca, a las puertas.
30 En verdad os
digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. 31 El cielo y la
tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. 32 Pero de aquel día o de aquella hora
nadie sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el
Padre.
MARCOS 13:24-32
COMENTARIO
Esta narración
se menciona también en los evangelios de Mateo (Mt 24) y Lucas (Lc 21), y
dependiendo del evangelio, se enfoca en los dos aspectos de la profecía. Uno,
el Inmediato, que habla de la persecución inicial de los cristianos en Judea y
de la posterior destrucción de Jerusalén por Tito (Lc 21); y el segundo
aspecto, las señales de la segunda venida de Jesús (Mt 24, Mc 13). El relato está
totalmente omitido en el evangelio de Juan.
Esto ocurre cuando
Jesús y sus apóstoles miran a Jerusalén por última vez durante su última
entrada a la ciudad antes de su crucifixión. La historia se desarrolla cuando
los Apóstoles le preguntaron al Señor cuáles serán las señales de la
destrucción del Templo, que Jesús les predijo, y cuáles serán las señales de su
segunda venida.
En este
evangelio, el Señor Jesús advierte a todos sus discípulos de las persecuciones
que tendrán que soportar no solo por los judíos, sino también por los gentiles
por el Nombre de Jesús (v. 9-10); lo que por sí mismo sobre pasa el margen
histórico de la destrucción romana de la ciudad en el año 70 (El aspecto en el
que se concentra Lucas).
Jesús también
advierte sobre la inestabilidad natural y los problemas políticos que vendrán
sobre el planeta durante este tiempo, como desastres naturales, hambre y
guerras (v.8). Esta es otra señal de que Jesús habla de tiempos que superan el
año 70, y trata mas bien de las señales antes de su regreso.
A partir del
versículo 11, la profecía comienza a bifulcarse entre un aspecto histórico
inmediato, y un aspecto posterior escatológico, que es el regreso de Jesús, al
advertir a todos sus seguidores (Esto es claro ya que el marco de tiempo sobre pasa
por las circunstancias del primer siglo, como el evangelio predicado al mundo
entero, o los cristianos llevados ante los 'reyes') de una feroz persecución que
los Cristianos tendran que sufrir, incluso por parte de sus parientes quienes
los entregaran a la muerte (v.11-13).
En el versículo
14, la profecía se mezcla, y se pone totalmente indistinguible del historicismo
inmediato a la profecía escatológica.
Jesús habla de
la "abominación" en el Templo, sobre lo cual profetizo Daniel (Marcos
13:14; Mateo 24:15; Lucas 21:20). Advierte que los que esten en aquel tiempo huyan
porque habra llegado una gran tribulación a Judea (v.14-18). La mención de
Judea y no solo de Jerusalén, habla de una guerra general, la cual tuvo lugar
en el año 70 EC, cuando el general romano Tito y su lugarteniente Tiberio,
ganaron la primera guerra judeo-romana contra los generales judíos Juan,
Eleazar y Simón; y profanó y luego destruyó el Templo en medio de una pelea.
El problema aquí
es que Daniel no habla del tiempo de Tito, pero si leemos la profecía de Daniel
por sí misma (Daniel 11:31), claramente se está refiriendo a Antíoco Epífanes y
al sacrificio pagano que ofreció a Zeus dentro del Templo, muchos siglos antes.
Sin embargo, las palabras de Daniel también llevan un mensaje profético
adicional, que no se logró en los tiempos de la revuelta macabea (Daniel 11:
36-37), para luego volver a relacionarse con los griegos históricos. Por lo
tanto, la mención de la "desolación de Daniel" por parte del Señor Jesús,
no se cumplió en Tito, y debe tener un período de tiempo diferente al del año
70 EC.
Las palabras de
Jesús pasan el tiempo del conflicto romano-judío, y comienzan a lidiar
claramente con los signos escatológicos de su regreso (v.19-27).
Si la
"abominación de Daniel" no se cumplió durante el tiempo de Tito,
Jesús debe estar haciendo una referencia a un tercer templo, aún no construido.
Y el cumplimiento de la abominación del que habló Daniel, debe estar
refiriéndose a una profanación de este Templo por parte del Anticristo (Ver
Daniel 11: 36-37), el hombre que se exalta a sí mismo por encima de Dios y
reclama adoración para sí mismo (Dn11: 37; 2Tes 2 : 4). El Señor dice que
cuando esto suceda, habrá tal tribulación, como jamas antes hubo una, ni tampoco
la habrá.
Jesús continúa
hablando sobre la aparición de falsos mesías y personas que proclamarán
falsamente el regreso de Jesús o que claman ser el Señor mismo. Pero nos da la
garantía de que estos días se acortarán para que los fieles creyentes se
mantengan fuertes en medio de estas adversidades (v.20).
Finalmente,
menciona las manifestaciones naturales de destrucción que caerán inmediatamente
antes de su Parusía. Y de repente, el SEÑOR JESUCRISTO aparecerá con su hueste
de Ángeles, y recogerá a sus escogidos de todo el mundo, vivos y muertos;
dejando claro que no hay un rapto secreto ni un retorno en dos capítulos. En el
momento de la última trompeta (1Cor 15:52) los muertos en Cristo resucitarán, y
los vivos serán transformados y llevados al aire para encontrarse con Jesús, y
regresarán junto con sus ángeles a la Tierra para comenzar el Milenio.
Ese es el
momento correcto del 'rapto', no antes, y ciertamente no antes de la Gran
Tribulación.
De los
versículos 28 al 32, el Señor Jesús nos llama a estar atentos a las señales
antes de su venida (la desolación, las guerras, los hambrunas y los desastres
naturales) y estar preparados para ello. Luego cierra sus palabras diciéndo que la hora
y el día exacto, nadie lo sabe, ni siquiera Él mismo, sino solo el PADRE en el
Cielo (v.32).
Esta es una
clara enseñanza de la naturaleza monarquíca de la Gloriosa Trinidad, donde el
Hijo y el Espíritu Santo están eternamente sujetos al Padre, incluso cuando
todos poseen naturaleza divina.
Omar Flores.
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