MIS OVEJAS CONOCEN MI VOZ


 

MIS OVEJAS ESCUCHAN MI VOZ

22 En esos días se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. 23 Era invierno, y Jesús andaba por el templo, en el pórtico de Salomón.

24 Entonces los judíos le rodearon, y le decían: ¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo claramente.

25 Jesús les respondió:

“Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en el nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí.

26 Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas.

27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; 28 y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano.

29 Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre.

30 Yo y el Padre somos uno.”

JUAN 10:22-30

COMENTARIO

Profunda teología en estas palabras.

Era la Fiesta de la Dedicación, o Hanukkah, el memorial del día en que Judas Macabeo ordenó la re-dedicación del Segundo Templo de Jerusalén, después de que los griegos profanaron la Casa de Dios (1 Macabeos 4:36,59).

Es importante notar aquí cómo el Señor Jesús mantuvo la celebración de esta festividad no ordenada por Dios o la Torá. Esta debería ser una lección para los cristianos de hoy que rechazan y odian la Navidad y la Pascua alegando que estas festividades no están ordenadas en la Biblia y, por lo tanto, son pecaminosas.

No hay prohibición en la Escritura en ninguna parte, de realizar memoriales de cualquier tipo, ya sean civiles, como el Día de la Independencia, Año Nuevo o Cumpleaños, ni religiosos, como Navidad, Semana Santa o el Día de la Reforma. La única prohibición que tenemos es contra el pecado, y eso incluye todo mal comportamiento como la embriaguez, la inmoralidad sexual o la idolatría, ya sea en una fiesta o fuera de ella. Pero las celebraciones no están prohibidas.

A la desafiante pregunta de la gente que rodeaba a Jesús de preguntarle 'abiertamente' si Él era el Mesías o no, nuestro Señor Jesucristo les confirmó la dureza de sus espíritus, diciendo que les había hecho saber muchas veces quien era (Juan 7:26- 29,41-42), y además, sus múltiples milagros eran prueba de ello, pero que aún así lo rechazaban porque no eran parte de su rebaño, los cuales conocían su voz, y lo seguían. (Juan 10:3-4).

¿Cómo puede ser que las personas que escucharon el llamado de Cristo por primera vez, pudieran ‘reconocer’ su voz si esa era la primera vez que lo escuchaban?

Eso supone una preconocimiento del rebaño hacia su pastor. El Señor Jesús se refería indudablemente a la predestinación.

Los elegidos nacen con la bendición de Dios, y en cierto momento de sus vidas, cuando escuchan el llamado de Jesús a la fe en Él y el arrepentimiento, sus espíritus automáticamente reconocen la voz de Dios en Él, y aceptan a Cristo como su Señor y Salvador. .

En este caso, Jesús les dijo a los judíos que le reprochaban, que la dureza de sus corazones se debía a que no formaban parte de estos elegidos, que sabían reconocer su voz y seguirlo. En otras palabras, Jesús les estaba diciendo que ellos no eran parte de los elegidos para salvación.

Pero, ¿podrían entonces estos que fueron revocados, decir que tenían una verdadera oportunidad de arrepentimiento si no fueron elegidos desde antes de nacer?

Si la elección de Dios fuese indiscriminada, la conclusión lógica seria que estas personas nunca tuvieron la oportunidad de arrepentirse, sino que nacieron para ser condenadas eternamente.

Incluso bajo estándares humanos, esto sería injusto y una burla de parte de Dios, al llamar a personas al arrepentimiento sabiendo que nunca fueron elegidos y que nunca podrían arrepentirse. Sería no sólo injusto, sino también cruel. Pero DIOS no trabaja de esta manera.

Dios escogió a los elegidos en base al conocimiento previo de su respuesta al llamado a la fe y al arrepentimiento (Romanos 8:29; 1 Pedro 1:1-2; 2 Pedro 3:9). Por lo tanto, es nuestra propia decisión la que determina nuestra salvación, no un capricho despiadado de Dios.

Todos los humanos tienen una oportunidad de salvación, pero Dios ya sabe quién va a responder positivamente y quién no, y en base a eso ha escrito nuestros nombres en el Libro de la Vida.

Estar escrito en el Libro de la Vida no significa que aceptamos porque estamos allí, sino que estamos allí porque Dios sabía que aceptaríamos a Jesús.

Lo mismo ocurre con los que no están inscritos en el Libro de la Vida. No rechazan a Cristo porque sus nombres no están escritos en el Libro de la Vida, pero no están escritos en el Libro de la Vida porque Dios sabía que nunca se someterían a Jesús.

La decisión es enteramente nuestra.

Jesús procedió entonces a asegurar la perseverancia de los elegidos, garantizándoles que nada externo los arrebataría de su mano. Ninguna trampa, ni maldición, ni ataque demoníaco, ni persecución, ni nada, nos separará del amor de Dios.

Finalmente, después de decir lo mismo del Padre, que llamó a los elegidos a los pies de Jesús por su Gracia, que nada puede quitar el rebaño de Jesús de las manos de Dios, dijo que Él y el Padre son uno.

Esto tiene dos significados.

Uno, que el Padre y Jesús tenían el mismo propósito siempre.

Segundo, que Jesús era consustancial a Dios Padre, haciéndose la encarnación del Dios Todopoderoso de Israel.

Omar Flores.

Comments