PENTECOSTES
1 Cuando llegó el
día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar.
2 De repente vino
del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la
casa donde estaban sentados, 3 y se les aparecieron lenguas como de fuego que,
repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos.
4 Todos fueron
llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les daba habilidad para expresarse.
5 Y había judíos
que moraban en Jerusalén, hombres piadosos, procedentes de todas las naciones
bajo el cielo.
6 Y al ocurrir este
estruendo, la multitud se juntó; y estaban desconcertados porque cada uno los
oía hablar en su propia lengua. 7 Y estaban asombrados y se maravillaban,
diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que están hablando? 8 ¿Cómo es
que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua en la que hemos
nacido?
9 Partos, medos y
elamitas, habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de
Asia, 10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia
alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto judíos como prosélitos, 11
cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestros idiomas de las maravillas de
Dios.
12 Todos estaban
asombrados y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?
HECHOS 2:1-12
COMENTARIO
Durante la Fiesta
de las Semanas, la celebración hebrea de la cosecha del Trigo que ocurre 50
días después de la Pascua; los once apóstoles más todos los demás discípulos,
hombres, mujeres y niños, probablemente más de 120 personas (Hechos 1:15),
estaban en el aposento alto de Jerusalén, como lo indicó nuestro Señor Jesús en
el momento de su ascensión (Hechos 1: 4-6), esperando pacientemente la venida
del Espíritu Santo.
Nunca se les dijo
cuánto tiempo tenían que esperar, pero fueron diligentes, no desmayaron, y
continuaron en oración y dedicación, esperando la venida del Consolador que
Jesús les había prometido de antemano (Juan 14:15- 17).
De repente, un
fuerte viento barrió el lugar, y el Espíritu Santo, dividiéndose en llamas de
fuego, según el número de los presentes, descendió sobre cada uno de los
creyentes, provocando un estado de éxtasis, y sin saber, mientras creían que
estaban alabando a Dios en su propio idioma, comenzaron a ser entendidos por la
gente fuera del edificio.
Gente de todo el
imperio romano presente en Jerusalén para la Fiesta de las Semanas, griegos,
romanos, árabes, africanos y muchos más, escuchaban sus alabanzas en sus
propios idiomas, preguntándose qué les sucedía, ya que eran galileos comunes,
sin educación.
Dios Padre, envió
el Don de Su Espíritu en la Fiesta de las Semanas, como símbolo de que estos
hombres, ahora llenos por primera vez en la historia del Espíritu de Dios, eran
la nueva cosecha de su viña, recogida como trigo nuevo para un nuevo propósito,
basado en el nuevo pacto en el sacrificio de Jesús en la Cruz.
Este día, era el
Día de la Cosecha de la iglesia cristiana, cosechada y recogida del Israel
arruinado, que acababa de rechazar al Mesías, y ese día se proclamaba al mundo
un nuevo y eterno pacto.
No fueron ellos
sino DIOS dentro de ellos, en la persona del Espíritu Santo, quien habló en
otros idiomas, como señal de que esta vez Dios no exigía que las personas se
convirtieran al camino judío para la salvación, sino que esta vez Dios mismo
salió a la calle a buscarlos, hablándoles en su propia lengua, en sus propios
lugares, y respetando sus propias culturas. Dios se estaba acercando al mundo
en un lenguaje y una manera que ellos pudieran entender.
Esta vez también el
Espíritu Santo, siendo Uno, se dividió igualmente en varias llamas de fuego,
probablemente en más de 120 en total, entrando en cada uno de los allí
presentes, de manera plena, no parcial, mostrando su divinidad, ya que SÓLO
DIOS, puede estar presente enteramente en varios lugares al mismo tiempo, y a
la vez, estar en Gloria reinando en todo el universo.
Ese día glorioso,
3000 se convirtieron a Jesucristo, y la Iglesia Cristiana comenzó a existir como
es hoy, hasta el regreso de nuestro Señor y Salvador JESUCRISTO.
Omar Flores.
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