DIFERENCIA ENTRE UN MAESTRO Y UN TEÓLOGO
La Biblia menciona
el ministerio de 'Maestro' entre otros cuatro, que ha sido dado a la iglesia
cristiana “para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios” (Efesios
4:11-13).
Creamos o no en la
vigencia actual de estos cinco ministerios, el hecho es que el oficio de
Maestro siempre ha existido, y ha sido el principal responsable de la
continuación del componente doctrinal del judaísmo y el cristianismo a través
de los tiempos.
Si bien en la
actualidad, y desde hace bastante tiempo, esta labor se llama 'Teología' y
quienes la practican se denominan 'Teólogos', la finalidad sigue siendo la
misma, la custodia, transmisión y explicación del depósito doctrinal de la fe a
toda la iglesia universal.
A medida que llegó
la modernidad, la instrucción sobre estudios teológicos se extendió como un
curso independiente y se incluyó como tema central en el plan de estudios de
toda la instrucción académica pastoral en todas las denominaciones.
Sin embargo, el
concepto de que se trata de un don divino y no de una disciplina aprendida ha
quedado atrás, y especialmente oscurecido por los nuevos “teólogos” con una
formación académica moderna y liberal, presentando el saber teológico como una
disciplina nacida del hombre.
Sin embargo, según
la Biblia, el oficio de Maestro o Didaskalos (Διδασκάλους), es un oficio de instrucción, que incluye la
preservación, la comunicación a la siguiente generación, y la explicación de
este contenido doctrinal a toda la comunidad cristiana en el planeta.
La Biblia dice que
este oficio ha sido 'dado' u 'otorgado' por voluntad divina, lo que lo
convierte en un 'Don' (Efesios 4:11). Y ya que se trata de un don, también es
dado un talento especial al receptor para hacerle comprender el sentido de la
Escritura y discernir la intención detrás de los párrafos bíblicos.
Pero estas cosas no
se pueden aprender.
Sería lo mismo que
decir que una academia de pintura puede hacer a un pintor.
La pintura también
es un don que Dios ha concedido a algunos y no a todos.
Los pintores
naturales, como Davinci, Michael Angelo o Monet, nacen con la flexibilidad
manual y la capacidad de ver y captar formas, curvas y equilibrio, y pueden
pintar de forma natural incluso antes de recibir instrucción formal o saber
algo académico sobre pintura. Lo mismo con los novelistas naturales, que pueden
escribir maravillosamente incluso sin saber nada de gramática. Lo mismo sucede
con los Maestros o los Teólogos.
Un cristiano no
llamado a ser Maestro puede ir a estudiar Teología, y aprender sobre Historia,
Corrientes Teológicas, familiarizarse con conceptos teológicos, y también
hacerse verso leyendo a todos los demás teólogos que existen, pero su
conocimiento seguirá siendo totalmente humano. incapaz de pensar por sí mismo,
sometido siempre al análisis de los demás. Incluso puede ser capaz de construir
argumentos teológicos complejos, basados en un análisis general de las ideas de otros teólogos, pero
siempre tendrá miedo de profundizar por sí mismo en lo que ya ha sido explicado
en los libros de instrucción académica.
Un Maestro dotado,
por el contrario, sentirá atracción por la teología y la gnosis espiritual desde
el momento en que conozca las Escrituras, y será capaz de ver, distinguir y
comprender conceptos y motivos detrás de las Escrituras, e incluso memorizar
secciones enteras de la Biblia. Todo sin recibir ninguna instrucción formal
sobre teología y desde temprana edad.
Después de recibir
instrucción académica formal, un Maestro aprenderá exactamente todo el
conocimiento humano que otro estudiante aprende, pero verá cosas que pasan más
allá de los libros hasta el punto de dar sin temor su propia opinión, bien y
sólidamente fundamentada, e incluso contradecir a otros teólogos famosos, para
horror y sorpresa de sus compañeros no dotados. También escribirán o hablarán
sobre temas que, al ser leídos o escuchados por otros, serán incapaces de ser
entendidos, muy parecido a como un hombre común no entiende un Picasso o un
Dalí.
Hoy la Iglesia está
a merced de muchos vientos, unos de Dios y otros no; e incluso hay ateos a
cargo de su teología como William Hamilton, Paul Van Buren o Paul Wallis.
Pero Dios también
tiene sus propios Maestros divinamente ordenados en el mundo, quienes desde sus
rincones, oficialmente reconocidos o no, conservan, transmiten y explican el
depósito de la fe a toda la Iglesia de Cristo, porque Dios no puede ser
desplazado de su creación.
Omar Flores.
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