UNA PARTICULARIDAD EN EL NACIMIENTO DE JESÚS
Nuestro Señor
JESUCRISTO, por ser HIJO DE DIOS, desde ya se puede decir que era de una
naturaleza única, que, aunque nació como un bebé, no fue engendrado, ni nacido
como humano en todo sentido.
Y una de estas
particularidades fue que su nacimiento humano, aunque debió durar los nueve
meses completos de gestación, y vino a suceder de manera natural, y no de la
manera fantástica que la tradición posterior atribuyó a su santo nacimiento al
decir que Jesús nació 'como un rayo de luz atravesando un vidrio', y que Santa
María permaneció virgen durante y después del parto (1); otros detalles han
sido pasados por alto por la cristología reformada, y uno de ellos es que el
nacimiento de JESÚS fue totalmente indoloro.
LIBRE DE TODO
PECADO
El parto doloroso
fue parte del castigo de Dios por la caída de Adán, impuesto a las mujeres,
como recuerdo del incumplimiento de Eva:
“A la mujer le
dijo:
“Ciertamente
multiplicaré tu dolor en el parto;
con dolor darás a
luz a tus hijos”.
(Génesis 3:16).
Al romperse el
himen, al agrandarse las caderas al salir el recién nacido, necesariamente debe
causar molestias, y ese es el grado de ‘dolor’ inicial al que se refiere la
Biblia en Génesis 3:16. Pero el sufrimiento doloroso al traer vida a la Tierra,
no era parte del diseño de Dios para la humanidad. Este proceso completamente
natural se volvió doloroso como castigo para Eva, quien provoco la caída de la
humanidad.
Pero Jesús estaba
libre de todo Pecado Original.
Jesús se encarnó
como era un ser humano antes de la caída, como lo fue Adán cuando fue creado, mas
también era divino.
Como ser humano
perfecto y Dios, Jesús no podía estar sujeto al mismo castigo dado a los
humanos después de la Caída. No podía envejecer, no podía enfermarse, no podía
morir por causas naturales. Era inmortal como lo era Adán. Y Él no pudo sufrir
ni causar sufrimiento a su madre durante su dulce nacimiento.
Los ángeles
anunciaron el nacimiento de Jesús y los Cielos anunciaron la encarnación de su
Creador (Lucas 2:10-11; Mateo 2:1-2). Esto nos debería insinuar el evento
especial de su nacimiento, inusual en todos los sentidos.
CONCLUSIÓN
JESÚS nació sin ser
tocado por las consecuencias del pecado. Tanto de la caída misma, como de los
castigos que siguieron, y uno de ellos era no causar dolor por sí mismo para
nadie, solo para aquellos que lo rechazaran.
El nacimiento de
JESÚS fue un nacimiento natural, y se llevó con este, la virginidad de María
como señal silenciosa de que ÉL pasó por ahí. Pero fue suave, libre de toda
incomodidad incluso natural, como corresponde al nacimiento humano de Dios, y
especialmente, porque Él no fue tocado por ninguno de los castigos impuestos a
la vida humana después de la caída.
Omar Flores.
(1)
Pius XII, Mystici Corporis, 1943, and
Lumen Gentium 57.
Catechism
of the Catholic Church, 499.
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